viernes, 15 de enero de 2010

LOS OBREROS, SERES INFERIORES

Cada año asistimos a la parodia de la firma de los convenios colectivos entre sindicatos, empresarios y administraciones. Consistente en hacer creer al trabajador, que tras arduas deliberaciones sobre porcentajes por encima o por debajo del IPC, alguien con grandes ideales y valores, vela por nuestros intereses.

Liturgia, que no tiene otro fin, que el obrero, como el esclavo o las mulas de carga, no muera por exceso de trabajo o por falta de manutención, que este sano para poder trabajar y aportar beneficios al empresario. Pero sobremanera, entretenido, para que no piense, que pueda existir mejor forma de vida que la de producir para enriquecer a otros, o esforzarse para sacar beneficio de otros.

Sus amos, por otra parte, saben, que al obrero que no esta conforme, tienen que darle el aliciente para superarse: y como a los burros, le ponen la zanahoria delante las narices, con toda una escala categorías profesionales, para que entren en competición por los mejores puestos y salarios. Y en ese clima laboral de desconfianza mutua, como adversarios y no como colaboradores, se despedacen por conseguir sus objetivos de éxito individual, es decir: lo que los amos tenían establecido de antemano. Así, dividen y destruyen los objetivos comunes que cohesionan a los pobres a los obreros para liberarlos de la explotación. Se consigue con ello, que la empresa produzca y obtenga más beneficios para jefes y accionistas.

Los amos, en estrategia magistral, han sustituido la amenaza y la tortura para someter al esclavo, por la competitividad para someter al obrero. Ya no es necesario temer al capataz de la plantación blandiendo el amenazador látigo, son tus propios compañeros los que te hundirán, si te interpones entre ellos y las metas que les imponen sus amos.

Y mientras los ricos estudian para ser alguien de "provecho" en el futuro, los pobres trabajan y les arreglan el presente. En ese acuerdo "democratico" en el que las dos partes colaboran por un futuro mejor, para que ninguna de las partes se sienta agraviada, se lleva a la práctica por los obreros... los ricos se han aprovechado de ellos. Una vez terminadas sus carreras y conseguidos sus objetivos, vuelven a reproducir el sistema que los lleva al poder y que tiene sometidos a los obreros. De modo que, los ricos mantienen en una situación a los obreros, que no la desean, ni para ellos, ni para ninguno de sus hijos. Los obreros como los esclavos son tratados como seres inferiores

Y no hay ninguna institución que realmente quiera cambiar esta discriminación, porque al igual que pensaron, que la esclavitud o la servidumbre son estados naturales a según que razas o colectivos... las diferencias salariales, son fruto de una mentalidad que considera a los obreros seres inferiores, que según que oficios o trabajos (esenciales) no pueden participar del reparto de beneficios de la empresa, porque pondría en entredicho una preparación o formación especializada durante muchos años. Como si el trabajo de cualquier panadero, trabajador en una cadena de montaje, mujer de la limpieza, albañil, agricultor u asfaltador, fuese menos laborioso o pesado, que estudiar una carrera. Trabajando de noche, a pleno sol o bajo la lluvia; con calor, frío o humedad; con la espalda rota o el cuerpo dolorido. Perdamos pues, ese complejo de inferioridad y no permitamos ningún trato vejatorio de aquellos que pretenden liberarnos, dándonos de baja de todas las religiones que en nombre de Dios permiten esta aberrante humanidad dividida en ricos y pobres.

Un obrero de iglesia pobre.

Antonio Cánaves Martín

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