martes, 29 de diciembre de 2009

VICTORIA PÍRRICA POLISARIA


Ya con una perspectiva de semanas, cada nuevo día que pasa, parece más evidente que el asunto de la huelga de hambre de Aminatu Haidar se saldó con una victoria pírrica para los intereses del Frente POLISARIO, que no son necesariamente coincidentes con los del Pueblo Saharaui, del que son una parte minoritaria los pocos militantes y refugiados que habitan confinados en Tinduf, nombre de un vilayato del Sahara argelino, con una población de 58.193 habitantes en el censo del año 2008, según afirma la ministra socialista Trinidad Jiménez. O los 40.000 de la ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados), frente a los más o menos 183.691 que ya tenía tan sólo la ciudad de El Aaiúm en el censo del año 2004, o las más de 40.000 de la antigua Villa Cisneros, hoy llamada Dakhla o Dajla, que en eso de las transcripciones de los topónimos hay muchas discrepancias.

Como es bien sabido, y según la define el DRAE, el nombre de victoria pírrica proviene de Pirro, rey griego de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa". También dice el diccionario que es una victoria de poco valor o insuficiente, especialmente en proporción al esfuerzo realizado. Según se pudo leer en la prensa, sobre todo la española, local y nacional, porque en la internacional fue siempre un asunto bastante secundario cuando no simplemente ignorado, la señora Haidar estuvo al borde del suicidio, que de haberse consumado sólo hubiera beneficiado a los intereses políticos argelinos y perjudicado al resto de los países en su vertiente humanitaria, que no otra, por más que cierta propaganda lo pretenda.

Durante la Jornada de la Solidaridad con los pueblos del mundo, celebrada en el Parque de San Telmo de la capital grancanaria, prácticamente la inmensa mayoría de los jóvenes que atendían las casetas de las asociaciones y ONG participantes, vestían una camiseta con la imagen estampada en negro de Aminatu Haidar sobre el lema ¡vencerá!, que por esos días aún no había vuelto a El Aaiúm. En esta ocasión desbancó la del guerrillero Ché Guevara, omnipresente en este tipo de eventos que proclaman la Paz, paradoja universal donde las hubiera o hubiese.

Aquellas camisetas con el nuevo icono sahariano incluso la llevaban los chicos que atendían la caseta institucional del Cabildo de Gran Canaria. A mi modo de ver, no parece éticamente correcto que una institución política insular elegida para representar a todos, no sólo a los partidos y personas que sienten esta causa política extranjera como propia, se posicione abiertamente a favor de una de las partes del conflicto, y ofrezca la propaganda política del Frente POLISARIO junto a otras informaciones de tipo humanitario. Y una cosa es ser solidarios con un drama personal en el que la Sra. Haidar voluntariamente asumía el papel de protagonista, deseando fervientemente que tenga un buen fin para ella y su familia, y otra cosa bien distinta es hacer promoción política de un proceso de autodeterminación saharaui auspiciado por una inane ONU, pero apostando por una victoria polisaria. Eso es ser sectario o partidario de una causa, no solidario con el dolor y el sufrimiento de una persona.

El regreso a El Aaiúm con vida de la Sra. Haidar salvó al Gobierno de España de tener que decidir entre alimentarla en contra de su voluntad o dejarla morir, cosa que hubiera levantado agrias y acaloradas polémicas, se tomara la opción que se tomara. Personalmente, si hubiera tenido que tomar esa decisión, creo que habría optado por salvar su vida, aunque violentara la voluntad de la señora. El dilema moral es el mismo que se le presenta a la policía o a los bomberos cuando acuden para intentar salvar la vida de un posible suicida, que por propia definición no conviene olvidar es una persona que desea voluntariamente morir. Y eso al margen de sesudas consideraciones legales que, ya se sabe, están en manos de juristas, especialistas en retorcer la ley para defender a quien les paga sus honorarios. Que una cosa es la ética, la moral, el sentido común y la Justicia (con mayúsculas por ser una gran virtud) y otra cosa son el derecho, el oportunismo, el relativismo moral y los intereses de los políticos o de sus partidos. Gracias a Dios, pasó de nosotros ese cáliz.

José Fco. Fernández Belda

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