miércoles, 23 de diciembre de 2009

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CASO DE AMINATU HAIDAR

Sigo con gran interés el culebrón, o la crónica de un suicidio anunciado, de la activista saharaui Aminatu Haidar, que en el momento de redactar este escrito, nueve de los corrientes, todavía continúa en su para mí absurda huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, que dura ya veinte y cuatro días, en protesta por la retirada de su pasaporte por el Gobierno de Marruecos, atropello a los derechos humanos totalmente injustificable y reprobable, y exigiendo además la enérgica intervención del Gobierno español.

Y sobre este escabroso caso quiero hacer unas reflexiones porque, en mi opinión, los españoles que le dan su apoyo -que no censuro- se están equivocando completamente al inculpar al ejecutivo nacional de ser el responsable de esta lamentable situación. Nada más lejos de la verdad y de la realidad puesto que el único y absoluto culpable es, obviamente, el rey y el gobierno marroquí, que se han apoderado la fuerza de su pasaporte; esto es palmario.

Al gobierno español se le puede inculpar, en todo caso, de haber cometido un mayúsculo error al permitirle la entrada en territorio nacional sin la correspondiente documentación ya que debió ordenar que le remitieran a la mayor brevedad posible al lugar de donde la expulsaron. Sin embargo esto no se hizo por razones humanitarias elementales, pues no se iba a tener a Aminatu Haidar yendo y viniendo de un sitio a otro como si de una pelota de tenis se tratara. Hay quien sostiene la teoría de que su aceptación en territorio español tiene su fundamento en un acuerdo secreto entre los ejecutivos español y marroquí.

Pudiera ser así, pero no lo comparto porque el problema se le ha presentado a España, que posiblemente no previó que Aminatu optara por adoptar tan drástica decisión.

Sorprendentemente Marruecos alega que se siente molesto por la actitud que ha adoptado nuestro gobierno y hasta amenaza con una "infección" en las relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Es la vieja táctica marroquí de la extorsión que tan buenos resultados le ha dado, especial y concretamente con la famosa "marcha verde", que motivó la entrega del Sahara español por la imperdonable cobardía del presidente del gobierno franquista Carlos Arias Navarro, que se amedrentó y fue incapaz de plantarle valientemente cara a la arrogancia marroquí.

No defiendo que se hubiese repelido con armas de fuego a los indefensos participantes en la tal marcha, lo que hubiera constituido un asesinato en toda regla, pero sí, como muy acertadamente expuso mi gran amigo Enrique Villalba Quintana, hubiese sido suficiente con ametrallar las cubas de agua ya que al quedarse sin el preciado líquido para saciar su sed en pleno desierto, los manifestantes habrían retornado a su lugar de procedencia. Así de sencillo. Pero, claro, Arias Navarro quería al ejercito para reprimir violentamente a la oposición a la sanguinaria tiranía del "generalísimo" Franco, de tan triste y oscuro recuerdo.


La gran y única culpa del gobierno español ha sido su debilidad al permitir la entrada de Aminatu Haidar sin documentación, repito e insisto, y en consentirle su estancia en el aeropuerto lanzaroteño para realizar una huelga de hambre en protesta por la no intervención de nuestro ejecutivo -que obviamente no es de ella ya que no es española- con medidas expeditivas contra Marruecos. Pretende Aminatu que España la envíe a El Aaiún con el apoyo de nuestro ejercito? ¿O acaso quiere que se declare la guerra al reino alauita por la retirada del pasaporte a una persona que no posee la nacionalidad española? ¿Qué se cree un conflicto diplomático entre los dos países? Cualquiera de estas opciones constituiría un dislate y un absurdo.

Por lo tanto las autoridades hispanas deberían de ser condesciendes y cortar radicalmente este lamentable asunto obligando a Aminatu Haidar a abandonar de inmediato las instalaciones aeroportuarias lanzaroteñas. Ella no es razonable pues no ha querido aceptar alguna de las varias propuestas del gobierno español para darle una razonable salida a su situación. Todo lo contrario, se empecina en mantener su irracional postura, acusa al ejecutivo hispano de cómplice del marroquí, y además le ¡exige! -¿Quién es una extranjera para exigir a un gobierno que no es el suyo?- que actúe con energía contra Marruecos. Estas exigencias son totalmente inaceptables por cualquier gobierno que tenga dignidad, y es de esperar que el español no sea débil y se doblegue ante estas insólitas pretensiones de una foránea.

Mis simpatías están con el pueblo saharaui, pero no puedo, ni quiero, olvidar, como parece que lo han hecho todos esos españoles que apoyan a la señora Haidar, que el Frente Polisario asesinó vil y cobardemente a varios indefensos pescadores canarios -no recuerdo ahora el número- que faenaban en aguas a las que tradicionalmente acudían. Si el Polisario consideró que eran suyas, lo que en la época de los acontecimientos aún no estaba muy claro, lo razonable habría sido que los detuvieran y los multaran, pero no, en modo alguno, que los mataran. Esto no lo olvidaré ni perdonaré mientras aliente en mí la vida. Y ahora los saharauis, y su brazo armado, el Frente Polisario, vienen a solicitar la solidaridad y el apoyo de España a su causa, justa, no lo niego, sin siquiera pedir perdón por aquellos viles y sanguinarios asesinatos.


Estas son mis reflexiones sobre esta absurda huelga de hambre de una extranjera, Aminatu Haidar, que ha conseguido despertar la atención de los medios de comunicación mundiales, y que "exige" al gobierno de una nación que no es la suya solución para su caso, cuando en puridad tendría que solicitarla, o exigirla si prefiere, a la Organización de las Naciones Unidas -ONU-, que es a la que compete ordenar a Marruecos que le devuelva su pasaporte y la entrega a sus legítimos dueños de un territorio que ocupa arbitrariamente por la ley de la fuerza. Esto es, sencillamente, así de elemental. Pero la ONU no actuará en modo alguno porque no le interesa un conflicto con Marruecos, y Aminatu Haidar y sus seguidores pretenden irrazonable e irreflexivamente que el gobierno actual de España, que no es responsable de lo que realizara el de un tirano como Franco, se enfrente al de Marruecos -al que no tengo simpatía-.

Parece que el regalo del Sahara por Arias Navarro se ha convertido en un pecado original de España, similar al que según las iglesias cristianas afecta a todos los nacidos por el cometido por los mitológicos primeros padres, Adán y Eva, y que contempla, sin posibilidad de redención, a todos los gobiernos, de derecha o de izquierda, que hayan en España hasta el fin de los tiempos, si es que habrá ese fin. Esto, aparte de constituir un tremendo disparate, es una absoluta injusticia, porque el hijo no es responsable ni legal ni socialmente de los delitos cometidos por su padre, aunque se avergüence de él.

Hoy, nueve de los corrientes, he oído y leído en los medios de comunicación que la ONU exige el retorno de Aminatu Haidar a El Aaiún para que se reúna con su familia, lo que encuentro estupendo. Pero lo que no aclara la noticia es si se le exige a Marruecos, que es el que no la deja entrar y el que le arrebató el pasaporte, o a España, que generosamente la ha acogido, porque nuestra nación, una vez fracasadas las gestiones diplomáticas, no la va a trasladar empleando la fuerza militar porque conllevaría una absurda guerra con el país alauita, en la que los canarios llevaríamos la peor parte por elementales razones de cercanía geográfica.


Aminatu Haidar y sus seguidores deben recuperar la sensatez y aceptar las propuestas del gobierno español, y también convencerse que para la causa saharaui vale más viva que muerta, y que convertirse en mártir nada la importa ni preocupa a Mohamed VI y su gobierno de lacayos. Y a España tampoco le interesa, por razones obvias, que se la inculpe de su deceso. Este suicidio anunciado nada beneficioso reportaría a la lucha del pueblo saharaui por recuperar su territorio, y muchísimo menos a su familia. De todas maneras la situación de España es muy incómoda, y si hay medios legales para evitar su óbito, deben emplearse sin demora porque el deterioro físico de Aminatu Haidar es evidente y alarmante.

Ella debe reconsiderar su postura y reconocer que en cierto modo ha vencido, porque la imagen de Marruecos, con su intransigencia, ha sufrido un evidente deterioro mundialmente. Y esto es un clarísimo éxito. Pero no debe involucrar a España en su lucha porque no es razonable ni justo.

Carmelo Dávila Nieto

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