martes, 22 de diciembre de 2009

NUESTRA HISTORIA EN LA PIQUETA

Hace tiempo vengo pensando que dentro de poco a Las Palmas de Gran Canaria no le quedará patrimonio histórico que salvaguardar. A pesar de que se pretenda vender su candidatura como capital europea en 2016 o declararla patrimonio de la humanidad, estimo que la falta de sensibilidad y respeto del ayuntamiento capitalino para con nuestra historia es ya algo evidente, que surge de la falta de inventiva o tal vez de interés, de dar en definitiva una solución a una pregunta principal: ¿cómo integrar nuestra historia en pleno siglo XXI?


El problema de fondo es que durante años el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha delegado a otros muchas de sus funciones en cuanto a la preservación, conservación y difusión del patrimonio capitalino, preferentemente al Cabildo Insular, sin interesarse por él lo más mínimo a no ser que haya que recoger sus réditos.


Es un sin sentido sin pies ni cabeza, que se pretenda que Vegueta - Triana sea distinguida con la denominación de Patrimonio de la Humanidad al igual que La Laguna que cumple ya su décimo aniversario, mientras se sigue permitiendo el vaciado de edificios (cuando no directamente de derribo), no dejando piedra sobre piedra. Tampoco el Cabildo - digámoslo de paso - "ha estado fino", en la polémica transformación de su sede.


Crear un grupo técnico profesionalizado que se dedique sola y exclusivamente a esta temática en el consistorio capitalino es fundamental, alejado de los vaivenes políticos. La piedra angular es la necesaria revisión del PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) - que se pide a gritos desde hace años - conjugando la preservación con la actividad comercial y económica actual.


Indiscutiblemente hay que llevar a cabo políticas decididas como por ejemplo, promover algún tipo de ventaja fiscal a aquellas personas que, respetando el entorno y estructura original de las edificaciones, deseen establecer su negocio en la zona. En vez de grabar con más tasas a los dueños de estos inmuebles, que sólo empujan a que sean abandonadas a su suerte para ser declaradas en ruina, hagamos todo lo posible por reactivar esta área de la ciudad.

Además opino que una importante parte de los fondos de la Sociedad de Promoción deberían invertirse en esta tarea de poner en valor -a propios y foráneos-nuestra historia. En vez de dilapidar el dinero en eventos puntuales sin medir las consecuencias, trabajemos desde dentro y recuperemos, desde el respeto debido a nuestro devenir histórico, para incorporar un modelo cultural que traspase los muros de museos y teatros integrándose con la dinámica del resto de la ciudad. El extraordinario reto es crear un sistema que en gran parte se auto-gestione y cree puestos de trabajo de calidad, sostenibles a largo plazo. Invito pues al consistorio capitalino a que lleve a cabo un proyecto de gestión patrimonial real y efectivo para la ciudad.

Languidece nuestro patrimonio cuando se siguen produciendo a diario estos graves atentados. Y déjenme decirles, que sin tomar medidas ya, a día de hoy, las jornadas que actualmente se están realizando en los diferentes distritos respecto a esta temática -en un claro afán de ir preparando ya el programa electoral-, sin saber además si se van a llevar a cabo o no los proyectos y sugerencias que salgan de la aportación de los ciudadanos que acuden a ellas, no servirá de nada. Será de nuevo papel mojado, condenar a la piqueta nuestro legado, que tomamos prestado para hacerlo conocer a posteriores generaciones.

Espero que no se condene nuestro futuro.

Jennifer Guerra Hernández es miembro de la Ejecutiva de la Asamblea Local de NC en Las Palmas de G.C.

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