Sería sumamente tópico caer en la famosa parodia de la película de Berlanga y su famoso "americanos, os recibimos con alegría". La visita reciente de la mujer de Barack Obama, Michelle, ha dejado al descubierto una España que no ha evolucionado desde los años de la posguerra. El catetismo, el paletismo y los comportamientos rayanos en la babosería más infecta han salido a la superficie durante la estancia de la esposa del presidente estadounidense en Marbella, Granada, Ronda y Palma de Mallorca. Me da la sensación de que alguien no sabe valorar las cosas en su justa medida o de que había tantas ganas de que viniese Barack a España que el hecho de que ya viniera su mujer ha puesto a más de uno trempante.
La progresía española, es misma de la chapa-pin-pegatina del No a la Guerra y del patear todo lo que oliese a Estados Unidos, tiene una habilidad excepcional para el travestismo ideológico. Si Bush era el demonio satanizado, Obama es elevado a los altares como un angelito negro de los que cantase Antonio Machín y sus maracas. Y eso, como auténticas maracas se han vuelto algunos con una visita que ni siquiera se puede calificar de Estado. Pero eso le da lo mismo a la servidumbre zapateril. El caso es vender la breve estancia de la señora Obama como un ¿éxito internacional?
Seré claro. ¿Quién es en el concierto internacional Michelle Obama? Nadie, señores. Es, con todos los respetos, una mindundi de tres al cuarto. No representa a nadie, igual que la señora de Zapatero, Sonsoles Espinosa; o la esposa del primer ministro británico o el marido de la canciller alemana tampoco son nadie en la escena política. Tienen el protagonismo que tienen por ser las parejas de estos mandatarios, pero nada más. Ni pinchan ni cortan.
El gran problema que siempre ha tenido la izquierda española, su contradicción permanente es que odia y admira a partes iguales el estilo de vida norteamericano. Sus discursos son una cosa, plagados de revolucionarismo comunistoide hasta la médula, pero los hechos demuestran lo contrario. Recuerden a Javier Bardem chapita-pin-pegatina en ristre. Mucho elevar la voz contra el imperialismo yanqui, pero no dejó pasar el primer avión para montarse en el tan denostado dólar y hacer su carrera en la meca del cine mundial, Hollywood.
Desde luego, si la presencia de Michelle ha llevado a toda esta parafernalia, mejor ni pensar lo que se hubiese podido hacer de haber venido la familia al completo. Zapatero hubiese sido capaz de poner su lengua como suerte de alfombra roja para que su admirado Barack (el mismo que en su primera visita a Europa pasó de venir a España) pisara encima de ella. Así son algunos de catetos y de contradictorios.
Juan Antonio Alonso Velarde
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