A pesar de que somos más conscientes de la escasez de los combustibles fósiles y de que su extracción forzada y su utilización llevan a este planeta a una crisis de subsistencia de dimensiones incalculables (cambio climático, calentamiento global, contaminación, enfermedades, corrupción, conflictos bélicos, etc), las grandes multinacionales del sector no dejan de insistir, con la complicidad de muchos gobiernos, en mantener, a cualquier precio, su status de poder económico y político imponiendo la continuidad de un sistema energético suicida.
En los últimos 150 años el modelo económico imperante ha provocado que la emisión de gases a la atmósfera haya trastocado los ecosistemas de una manera brutal, poniendo en riesgo el futuro de la humanidad, hasta el punto de que la comunidad científica internacional advierte que sólo una profunda transformación basada en limitar el crecimiento y en propiciar el ahorro y la eficiencia energética, además de sustituir el carbón, el gas y el petróleo por energías limpias, puede frenar esta peligrosa espiral destructiva que estamos viviendo.
Hoy nadie pone en duda que estamos en el cenit del petróleo y el gas y que vivimos en una especie de huída hacia adelante buscando desesperadamente nuevos yacimientos que permitan mantener el sistema a cualquier precio. Cada vez la ubicación de las nuevas bolsas de petróleo, y por consiguiente también de gas, hace más difícil su extracción al estar localizadas en zonas altamente protegidas o en alta mar y a profundidades enormes. Cada vez, por tanto, los riesgos, la contaminación, la compra de voluntades y la merma de seguridad para abaratar los costes se hacen más patentes. Pero no les importa. Nada ni nadie les va a hacer renunciar a seguir controlando el presente y el futuro de todos nosotros. Como canta Serrat, nos tienen a su merced, "como hojas muertas".
Los escandalosos vertidos de los últimos días en el Golfo de México (800.000 litros diarios de petróleo y 500.000 de metano que se escapan al mar fruto de una "negligencia" propiciada para ahorrar costes en la extracción) y de China (1.500 toneladas derramadas en el mar Amarillo que afectarán al medio natural durante más de una década) no son sino la punta de un iceberg de las descomunales consecuencias que desencadenan las extracciones de petróleo y de gas en el Planeta. Efectivamente, los ejemplos no cabrían en las páginas de este periódico, pero déjenme que haga referencia a algunos especialmente significativos. Según Eco2site, el vertido de BP en el golfo de México no se encuentra ni entre los cincuenta principales accidentes ocurridos en el mundo. Los diez más graves serían , por este orden, Ixtoc, Atlantic Empress, Nowruz Oil Field, ABT Summer, Castillo de Bellver, Amoco Cádiz, Haven, Odyssey, Torrey Canyon y Sea Star, pero en realidad los vertidos son continuos, días tras día, y se producen desde el mismo momento en que se localizan los lugares donde se van a abrir los pozos, que se inundan de lodos químicos, altamente contaminantes, para facilitar la penetración de los taladros. A partir de ahí todo es contaminación sin control: extracciones que producen pérdidas en el mar o en la tierra y lodos con metales pesados y tóxicos como el cadmio, cobre, arsénico, mercurio y plomo, que terminan cayendo al mar; millones de barriles derramados en territorios selváticos, ríos, lagos y mares; combustión que libera CO2, dióxido de azufre, de nitrógeno, etc; filtraciones naturales, pérdidas de las refinerías situadas en la costa o los desechos de millones de barcos que diariamente surcan los mares...Se calcula que alrededor de 1.500 millones de toneladas al año son transportadas a través de los océanos y que sólo en el proceso de carga y descarga se pierde el 0,1% y que los lavados y desperdicios de los buques arrojan al mar 3,5 toneladas de petróleo...Y otro tanto ocurre con el gas, que vive un proceso parecido con pérdidas de un 33% de su producción bruta dedicada a la comercialización, que en grandes gaseoductos puede llegar a un 50% y en las ciudades en torno a un 15%..., lo que agrava mucho más la situación como les contaba la semana pasada ya que cada molécula de gas metano tiene un efecto invernadero que multiplica por 24 el de una molécula de C02.
El 70% de los yacimientos descubiertos en todo el mundo en la última década son marinos y cada vez más profundos y difíciles. Según Santiago Carcar (El País) las nuevas reservas están en aguas alejadas de la costa, en siete zonas principalmente: el golfo de México, Brasil, el golfo de Guinea, el mar del Norte, el Mediterráneo, el mar de China y Australia. Para el profesor Joaquin Sempere (Público) el caso más extremo es el de Nigeria "que proporciona a Estados Unidos el 40% del crudo que importa" y donde en el último medio siglo se derramaron hasta 1,5 millones de toneladas de crudo, "unas 30 ó 40 veces el petróleo derramado en el golfo de México tras el primer mes del accidente". También Ecuador, absolutamente presionado, está buscando desesperadamente que los países ricos le compensen el 50% de los 6.000 millones que ganaría poniendo la selva Yasuní, Reserva de la Biosfera, en manos de las petroleras. Pero la cosa va más allá, peligrosamente más allá. En la última cumbre entre Obama y Cameron se sentía la presencia en el ambiente del terrorista libio Al Megrahi, liberado de las cárceles inglesas gracias a las presiones de BP para que se pudiera firmar un contrato millonario con Libia. Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, nos dice que la evolución de la tecnología del petróleo ha ido en un paralelo doloroso a la de los instrumentos financieros, hasta el punto de que nos han metido en una situación de enorme peligro al jactarse "de que podían perforar hasta una profundidad de dos kilómetros y después un kilómetro en sentido horizontal y acertar en el blanco con un margen de error de unos metros" y así cometer las barbaridades que se están repitiendo en todo el mundo.
Pero no hay que irse muy lejos para vivir situaciones parecidas. Repsol es el encargado en Europa de investigar las nuevas reservas de petróleo y de hecho explota en estos momentos, entre otros, unos yacimientos frente a las costas de Tarragona, a 2.400 metros de profundidad, desde donde se han provocado importantes vertidos en los meses de mayo y junio, sin que se informara a Fomento y sin que éste se diera por enterado hasta que la fiscalía abrió un proceso contra la compañía por atentado contra el medio ambiente. Más tarde conocimos que Medio Ambiente había dado el visto bueno a las extracciones y que eximió a la petrolera de evaluar el impacto ambiental, en una demostración rotunda del poder de estas empresas sobre los gobiernos de turno, cualquiera que sea su significación política. Por cierto, es la misma Repsol que tiene puestos sus ojos en Canarias para extraer crudo en nuestras costas y a la que no hace ascos el ministro Sebastián que por lo visto les debe unos favores que están muy por encima de nuestra economía y nuestro medio natural. Imagínense un vertido y sus afecciones sobre nuestro turismo, por ejemplo, entre otras cosas.
Mientras Obama ha aprovechado la ocasión para poner en marcha una auténtica reforma energética en EEUU prometiendo una energía menos dependiente del petróleo, acudiendo además a tecnología y empresas españolas, España empieza a recular en el campo de las renovables debido a las presiones de las eléctricas y Europa se arruga y recula ante una propuesta inicial de poner en marcha una moratoria a las nuevas perforaciones en alta mar para no enfrentarse a la Asociación Internacional de Petróleo y Gas (OGP) que rechazó frontalmente esta posibilidad.
Y es que los que mandan, mandan. Y punto. Ningún accidente de los que he citado en este artículo se ha cerrado con algo más que alguna indemnización que apenas hace un poquito de cosquillas a las multinacionales. El último ejemplo lo tenemos con lo sucedido hace 26 años en Bhopal donde una nube tóxica de la compañía química estadounidense Unión Carbide mató a 25.000 personas y ahora se ha saldado con ocho acusados condenados a dos años de cárcel que no tendrán que cumplir.
Y nosotros por aquí siguiéndoles el jueguito a las petroleras y a las gasistas, desde un entreguismo irresponsable y claudicante.
Antonio Morales Méndez
Alcalde de Agüimes