jueves, 3 de junio de 2010

Gaza: la flotilla vencible


Antes de saberse qué ocurrió en realidad durante el asalto israelí a la llamada “flotilla de la libertad”, ya estaba lista la condena a Israel. La propaganda del grupo radical que la inspiraba junto con la demagogia de Hamás en Gaza ya habían puesto los cimientos públicos de lo que se veía venir: Israel usaba la fuerza desproporcionada e ilegalmente para detener la ayuda humanitaria a los pobres palestinos que sufren la opresión día a día, estoicamente, en la Franja de Gaza. Poco importa que todo fuese una sarta de falsedades.

Para empezar, a los organizadores de la flotilla, vinculados desde 1996 a Al Qaeda por la CIA y hermanados con el grupo terrorista, según la UE, Hamás, poco les importaba la carga que portaban las seis embarcaciones. Su objetivo no era entregarlas a una población que se sabe, aunque se calla, no está carente de víveres o medicinas. Su objetivo era buscar la confrontación directa con las tropas israelíes. Querían, tal como lo anunciaron antes de zarpar, que hubiera sido de día el asalto para que todas las televisiones lo retransmitieran. Fue de noche y lo que se ha visto, en todo caso, no les deja muy bien parados: soldados armados con ametralladoras de paint ball y una pistola, linchados por una masa encolerizada y arrojados desde el puente del buque por la borda.

Pero poco importa la realidad de los hechos porque la batalla que planteaban los barcos turcos se libraba en otra parte, en la opinión pública.

Se ha dicho que el bloqueo naval de la Franja de Gaza es ilegal. Falso. El bloqueo es un instrumento reconocido en la práctica internacional y a disposición de cualquier nación. Los Estados Unidos lo emplearon sobre Cuba en 1962 a fin de evitar que llegaran a la isla más componentes de misiles nucleares de la URSS; y Reino Unido lo empleó sobre las Malvinas, llegando a hundir, por virtud del mismo, al acorazado General Belgrano, causando más de 300 bajas. El 2 de mayo de 1982.

También se dice que el bloqueo es injusto e inhumano ya que priva a los palestinos de Gaza de una ayuda humanitaria vital. Pues bien, la carga de la flotilla era inferior, muy inferior, a lo que pasa desde Israel por tierra en menos de una semana. Porque Israel deja pasar ayuda humanitaria siempre que sea bajo su supervisión a fin de certificar que no son materiales para ser usados en la fabricación de cohetes con los que bombardearles. Y, por otro lado, está por ver que el nivel de vida en Gaza sea tan catastrófico como suele pintarse. Los dólares corrieron a mansalva cuando lograron derribar el muro que les bloquea físicamente de Egipto. Es más, hace una semana, se estrenó la primera gran piscina olímpica en la Franja, algo que no todas las ciudades en Israel disfrutan. Eso sí, con estricta separación de sexos, controlada por Hamás y la imposición del burkini monocolor a las mujeres.

Se acusa a Israel de emplear una fuerza desproporcionada, pero ¿cómo se puede seguir diciendo eso cuando se ha visto el desembarco no violento de soldados desde un helicóptero, enfrentándose nada más aterrizar en cubierta a una multitud de bates, barras de metal y cuchillos? Da igual. Un muerto, cualquier muerto palestino vale mucho más que un israelí para la propaganda. Como si nosotros, los occidentales, no hubiéramos nunca recurrido a la fuerza desproporcionada. La cuna de la democracia moderna, Inglaterra, sufrió 60 mil bajas por los raids nazi sobre su suelo, pero junto con América bombardeó Alemania sin compasión, causando 600 mil muertos. Simplemente porque la desproporción es una constante en todas las guerras. Y he aquí el quid de la cuestión. Que olvidamos que Israel es un país en guerra desde que al día siguiente de su creación por las Naciones Unidas, fue atacado por todos sus vecinos árabes. Y ya lleva 62 años de existencia, defendiéndose, pero sin haber logrado aún que parte de sus vecinos acepten su derecho a existir. Incluido Hamás en Gaza cuya carta fundacional sigue teniendo como fin la desaparición del Estado de Israel. Éste tenía que actuar frente a la flotilla. De haberla dejado pasar, en una semana tendría cientos de embarcaciones pretendiendo llegar a las playas de Gaza. Y eso significaría la pérdida del control de las armas a disposición de Hamás. Otra cosa es que tácticamente el asalto se hubiera podido conducir de otra manera. Pero yo no tengo ni los datos ni la valoración del momento. Sólo sé que en cinco de los seis barcos no hubo incidentes y sólo en el Mármara, el pasaje quiso recibir la inspección israelí recurriendo a la fuerza.

Una última reflexión para españoles, habida cuenta de que Moratinos rápidamente ha llamado a consultas al embajador israelí. Nosotros ya sufrimos una vez una cosa similar, organizada por Marruecos contra nuestra soberanía en el Sáhara. Se llamó la Marcha Verde. A diferencia de Israel, nos retiramos generando un interminable conflicto en la zona. Si los israelíes no hubieran puesto punto y final a esta farsa, quién sabe. Tal vez otros imitarían esta nueva marcha verde naval. Sólo que sobre Ceuta y Melilla. Total, ya nos retiramos una vez.

Rafael L. Bardají

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