LOS PORQUÉS DE MI MARCHA
“Hace ya algunas semanas tuve que tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida. Renuncié voluntariamente a la presentación del programa Tenderete. Dicha decisión, exclusivamente mía, responde sin embargo a una serie de circunstancias que prácticamente me abocaron a ella. Cuando en marzo de 2007 recibí la llamada del por entonces director del programa, Mariano Hernández, que me indicó que habían pensado en mí para la presentación de Tenderete, mi primera respuesta fue un no. Agradecí la confianza depositada en mí pero señalé que los múltiples compromisos a los que me lleva mi trabajo en la Universidad y mi dinámica habitual de vida harían muy difícil que pudiera comprometerme a presentar el programa.
Me comentaron que tratarían de adaptarse a esos compromisos, que se podía preveer con antelación cualquier cambio y que estaban dispuestos a ello. Aún así dije que no. Fue sólo tras la insistencia y la gran confianza depositada en mí por Mariano Hernández y fundamentalmente por Antonio Betancor cuando acepté el reto.
En aquel momento sabía que debía renunciar a un altísimo porcentaje de mis actuaciones artísticas pero no me importó. Entendí que respetarían, sin embargo, mi dedicación a mi principal ocupación y que podría reservar algunas fechas para asistir a congresos, conferencias o eventos varios a los que me condujera mi actividad como docente, investigador y repentista. De hecho, esa salvedad fue la única que puse cuando acepté dar el paso. No puse la más mínima condición económica puesto que entendía que se me encomendaba una tarea para la que no sabía cuál sería mi rendimiento: nunca había presentado hasta entonces un programa de televisión. No hablé de dinero. Es más, la directora actual sabe que hubiera sido capaz de presentar el programa sin ninguna compensación económica con la única condición de que se respetaran las escasas fechas (cinco o seis al año) en las que podía estar de viaje por motivos laborales y que se me hiciera formar parte de un proyecto real y atractivo.
Junto con mi incorporación a Tenderete se produjo, en el cargo de realizador primero y de director-realizador después, la de Cipriano Almeida, con el que se produjeron inmediatos desencuentros. Volví a renovar mis inquietudes en presencia del director y de la nueva directora de Televisión Española en Canarias, Lourdes Santana, reunión totalmente inútil según se comprobó después. Una pésima planificación hizo bailar fechas, cambió programas a última hora y suspendió otros a escasas fechas de su grabación prevista, lo que supone también un complejo problema para los grupos citados al programa. Pese a todo, cumplí. No pude asistir a un importante número de congresos y seminarios a los que fui invitado por la escasa voluntad de la dirección del programa para buscar una solución. Los calendarios de grabación eran alterados continuamente y el supuesto viernes de grabación se convirtió en un jueves, un sábado, un domingo…
Organicé mi horario de trabajo para dejar los viernes desahogados pero de poco sirvió. Tuve que cambiar horas de clase, viajar a otra isla a grabar habiendo salido de clase en Gran Canaria a las siete de la tarde, suspender compromisos a última hora… Pese a todo, desde marzo de 2007 hasta septiembre de 2009, el tiempo en el que fui presentador del programa, no fallé a una sola grabación, teniendo que ceder siempre ante la imprevisión de las mismas.
En la última temporada la situación se complicó más si cabe. Grabamos los programas de toda la temporada y otros ocho que acabaron de emitirse el pasado 13 de noviembre. Lejos de comprender el esfuerzo realizado por mí para cumplir con las grabaciones, durante uno de los desencuentros con el director, éste me hizo saber que no se trataba de ningún sacrificio por mi parte pues se me pagaba el trabajo; en otro desencuentro, para mayor sorpresa, me señaló que era muy probable que para la siguiente temporada (la que ahora está en curso), se contratara otro presentador por lo poco fiable que era -según él- mi agenda; otro presentador que, entre otras labores, pudiera sustituirme cuando estuviera ausente, situación que, curiosamente, nunca se produjo durante dos años y medio. No salí de mi asombro.
No recibí más información al respecto. Únicamente se me comunicó de esta forma tan poco ortodoxa. Aún así solicité una reunión con el director en la que le hice saber mi desacuerdo con esta decisión, decisión de la que no volvió a hablarme y que, según pude advertir, era de común conocimiento por parte del equipo del programa e incluso por gentes ajenas al mismo. A todas estas, en mayo de este año, apunté en la pizarra del programa dos fechas en las que estaría fuera, concretamente en Puerto Rico (octubre) y Perú (noviembre), invitado en el primer caso por instituciones boricuas y en el segundo por el Ministerio de Cultura de España para acudir a eventos académicos y artísticos a los que llevo acudiendo desde 2001 con una frecuencia bastante regular. No bastó esta anticipación para que, aparentemente de forma desesperada, la dirección del programa buscara donde grabar en mi ausencia con el nuevo presentador al que, por supuesto, exculpo de toda responsabilidad.
No se trata de un problema de protagonismos sino de la falta de confianza que sentí por parte de una dirección que me verbalizaba su apoyo pero no era capaz de demostrarlo con hechos. Soy el primero que entiende que nadie es imprescindible, claro está, y que el presentador no es el protagonista de Tenderete, pero siempre esperé un apoyo y una comprensión que hallé únicamente en contadas ocasiones por parte de la dirección del programa. La grabación de este programa en mi ausencia, con esa premura, teniendo en cuenta la cantidad de programas grabados sin emitir, era totalmente prescindible o aplazable. Aún así, antes de viajar, traté de arreglar las fechas para grabar un programa que inicialmente iba a ser en Fasnia y finalmente, fíjense, fue en Guía. Cuando me fue imposible dicho arreglo se lo comuniqué al director al que aproveché para pedir mayor cariño y tacto para con el programa y para con mis circunstancias, teniendo en cuenta que era la única condición señalada por mí en el momento de asumir el papel de presentador.
La respuesta del director, gota que colmó el vaso, fue contundente y descorazonadora puesto que me señaló que no era cuestión de cariño y que Tenderete es un negocio. En aquel momento, después de haber soportado estas situaciones y otras circunstancias que enseguida comentaré, entendí que no podía seguir formando parte de un proyecto, vinculado a un medio público que pagamos con nuestros impuestos, cuyo director tiene esa concepción tan errada y sorprendente de un programa con tan honda significación para esta tierra.
A los problemas de agenda, que no eran tales para los compromisos del director, que era capaz de marcar en el calendario de grabaciones su asistencia a cursos con el inteligente argumento de que él era el director y yo no, se suma, y esto es mucho más importante y preocupante que los problemas con las fechas, la deriva en la que -a mi entender- se encuentra inmerso el programa. La dirección de Tenderete parece más preocupada por encontrar quien auspicie la grabación de un programa, llámese ayuntamiento, cabildo, gobierno…., que por dotar al mismo de un contenido coherente con una línea de trabajo que, sencillamente, no existe. El espíritu espontáneo y festivo o de honda intimidad que se le presupone a un Tenderete está siendo sacrificado por una filosofía y una disposición en el espacio que más se antoja de fría actuación que de cálido tenderete. A ello se suma, y más en los últimos tiempos, la escasa presencia de representantes de las islas no capitalinas y por tanto la excesiva presencia de grupos y cantadores tinerfeños y, sobre todo, grancanarios.
Desde una grabación realizada en mayo de 2008 no hay en Tenderete ninguna representación gomera o herreña y las islas de La Palma, Fuerteventura y Lanzarote han tenido escasísima presencia. La dirección del programa fue siendo cada vez menos receptiva a las opiniones expresadas por mí en las por tanto inútiles reuniones de trabajo en las que traté de exponer tanto mi modo de ver las cosas como las inquietudes que, en todos los sentidos, me formulaban los espectadores del programa que me abordaban en plena calle o que me hacían llegar sus pareceres. La falta de tacto de la dirección del programa hacia ciertas realidades folclóricas fueron y son cuando menos llamativas en boca de los responsables de un programa que no debería perder su compromiso público. Un programa que históricamente ha unido frente a la pantalla y en ella unas islas que cantan y bailan sumándose, ha renunciado a esta hermosa tarea para centrarse en la elaboración de programas hechos prácticamente en serie.
Por todo ello tomé la decisión de exponer a la directora de Televisión Española en Canarias mi desacuerdo, como última esperanza de retomar un proyecto riguroso. Aquella reunión, como las previas, volvió a ser improductiva y tras un largo silencio por parte de la casa decidí tomar la difícil decisión de dejar un programa en el que gracias a los bailadores, los cantadores, los tocadores, los artesanos y sobre todo los que han sido y son público del programa en las grabaciones y en la intimidad de sus casas, he sido inmensamente feliz.
Este universo generoso me ha hecho querer más esta tierra, darme cuenta cada día de qué poco sé sobre ella y, sobre todo, renovar el humilde compromiso que tengo conmigo mismo y con estas islas que deben pensar con su propia cabeza, con la madurez que requieren los tiempos que corren. Ellos son los verdaderos hacedores de Tenderete. Agradezco a quienes con sus críticas, desfavorables o favorables, y con su apoyo hicieron crecer mi corazón. Vaya mi agradecimiento más efusivo para quienes me hicieron caer en la cuenta de mis errores y para los trabajadores de Televisión Española en Canarias que desde su anonimato, entendiendo su desempeño como una responsabilidad y no como un privilegio, se esfuerzan por acercar Tenderete a sus legítimos dueños: los espectadores.
No voy a pronunciarme más sobre el asunto. No entraré en ninguna discusión pública virtual o real sobre este tema y no contestaré a ningún potencial texto o comentario, sea favorable o no. Deseo a Raúl Arencibia, presentador del programa, la mayor de las venturas. Ojalá consiga la receptividad que a mí se me fue negando y que sea feliz con la hermosa tarea que tiene por delante. Yo sería feliz si mi marcha sirviera para que se repensara Tenderete pero no desde la televisión sino desde las entrañas de lo que desea mostrar, desde el respeto y el trabajo a favor de lo que nos pertenece si somos capaces de compartirlo. Ojalá que los que deben dirigir Tenderete se den cuenta de que el paisaje es más importante que la ventana. Yo seguiré cerca de lo que amo porque no sé vivir de otra manera, trataré de dar lo mejor de mí por una tierra que nos aguarda y que forma parte de un mundo que necesita más corazones que bolsillos. Pese a la decepción que han provocado en mí los que no han logrado estar a la altura del compromiso y de las circunstancias, presentar Tenderete ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida.
Gracias a los que han hecho que así sea.
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