En
función de las noticias recientemente aparecidas en la prensa de papel y
digital, todo parece indicar que la princesa de Asturias, de nuevo se
ha sometido presuntamente a otra intervención quirúrgica, en esta
ocasión para incrementar su contorno torácico, o bien, ha acudido a los
milagros de la lencería-corsetería para lograr su último cambio de
imagen. Que nadie espere un comunicado oficial anunciando esta
metamorfosis porque no se producirá. Es totalmente normal que una
cuarentona pretenda prolongar discretamente su juventud, y en su caso le
sobran medios para ponerse en las mejores manos, algo que no constituye
ninguna novedad dado que ya se ha sometido anteriormente a diversas
operaciones de nariz, barbilla, etc.
Ahora
bien, el problema de Letizia, no consiste ni se soluciona pasando por
el quirófano cada vez que aparezca una nueva arruga, sino que obedece a
su desafortunada actitud de distanciamiento, sonrisa forzada y total
carencia de naturalidad en sus obligadas apariciones públicas. Ha
vinculado el ejercer de princesa consorte con la presencia física,
subida un unos tacones y plataformas ridículas y eso es un error
mayúsculo. Es incierto que su plebeyez genere rechazo en
la ciudadanía; si se apeara de ese ridículo encorsetamiento ganaría
mucho adeptos. Son sus ademanes tan ficticios y estudiados los que
recuerdan permanentemente que su cuna no es precisamente aristocrática.
Muy
pocos conocen cuales son las ocupaciones de Letizia ni a que causas
nobles dedica su tiempo. Cuando sale su nombre a colación en cualquier
tertulia, nadie comente sus virtudes ni altos cometidos. Siempre se
termina indefectiblemente criticándo su desmedida obsesión por los retoques estéticos. Para otros, no les cae ni bien ni mal; simplemente no les cae.
Durante
estos últimos años, en la familia real, da la sensación de no
preocuparse demasiado unos de otros. Van a su aire defendiendo sus
filias y fobias, ocupándose cada uno de lo suyo, terreno en el cual la
princesa nada y flota como puede, sin éxito y con más equivocaciones que
aciertos. Se encuentra perdida en un laberinto en el que, con
independencia de contar solo con el apoyo de su marido y la reina, a la
que fomenta con mayor asiduidad, no goza, aparentemente, del aprecio de
los restantes componentes. Es triste pero lo cierto es que cada uno a su
manera se está encargando de hundir la monarquía, con especial
dedicación por parte de Undargarín con sus truculencias financieras, cuyo desenlace posiblemente acarree más desgracias a la egregia institución de las imaginadas.
En
el reciente viaje de los príncipes a Portugal, Letizia fue duramente
criticada en varios medios de comunicación por su frialdad y
alejamiento. En todos los actos oficiales se mostró tensa y sin mostrar
ni demostrar el menor afecto e interés por nada, pero lo lamentable es
que quizá no sepa comportarse de otra forma, sin que al perecer le
intranquilice tal carencia.
Retornando al tema de los mencionados “retoques”, hay quien dice que la
cirugía estética crea adición como la cocaína y otros estupefacientes
que en algunos casos se convierte en obsesión con el consiguiente
peligro de terminar resultando irreconocible. Como en su momento
manifestó el erudito Tomac de Varelokivich, el departamento de selección
de la Zarzuela, no actuó con demasiado acierto en sus opiniones
sobre la elección de candidatos y candidata para sus miembros. En fin
princesa; nunca es tarde para aprender y rectificar porque a este paso
no la sacarán ni en los sellos….
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
D.N.I. 02470916A
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