miércoles, 4 de marzo de 2009

Balance del Estatuto de Autonomí


Por estas fechas se hacen con buena audiencia las versiones de lo sucedido aquel 23 de febrero de 1981. En aquellos tiempos la valentía de Adolfo Suárez y el conjunto de los españoles hacían una transición democrática, ponían las bases de la modernidad del país en aquella Constitución de 1978. Con prólogos de gran tensión en el ambiente se negociaron estatutos de autonomía, entre ellos el canario, aprobado tan sólo un año después del golpe de Estado fallido, sometimiento y advertencia de aquel "¡quieto todo el mundo!", al que le sucedieron ráfagas de ametralladora en el Congreso de los Diputados en Madrid.

Después de 26 años de Estatuto de Autonomía, ¿cuál es el resultado? Ni con la mayor expansión de la economía canaria se ha podido conseguir pleno empleo, ahora con la recesión con un paro espantoso. El fracaso escolar es perpetuo, sindicatos que no paran de fustigar y desgastar la política educativa isleña, teniendo como resultado la mengua de la competitividad de los isleños ante la llegada de foráneos. El ecosistema de Canarias está gravemente deteriorado y con una ley de gestión del territorio vilipendiada. La cultura isleña, irreconocible por el proceso de aculturización provocado por el turismo. Los jóvenes isleños, desorientados por una cultura auténticamente destrozada y con escaso crédito en las ciencias políticas. Las aguas que rodean el Archipiélago, llenas de riquezas que no podemos administrar.

¿A quién beneficia este Estatuto de Autonomía, con una ley electoral que garantiza la discriminación de los canarios en un proceso electoral, un estatuto "a dedo"? El neocaciquismo ha deteriorado las señas de identidad canaria con un nacionalismo descafeinado.

Finalmente, los auténticos nacionalistas siguen atomizados y cada uno por su lado.

Canarias carece de un "statu quo" que represente y haga partícipe a los canarios. Política, social y económicamente, los isleños no somos sino meros espectadores de nuestro archipiélago cuando paradójicamente deberíamos ser protagonistas. ¿Estamos seguros de que tenemos un estatuto de autonomía? ¿De dónde? Menos de Canarias será de cualquier sitio.

Eduardo Vera

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