EL tenor del artículo 510 del Código Penal es el siguiente:
1.- Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión, creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
2.- Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía.
Para mí es palmario que a Pepito Grillo, o don Pepone Rodríguez Ramírez, como se prefiera, se le puede aplicar sin discusión alguna este artículo, pues es obvio que provoca al odio contra los grancanarios, y con total conocimiento de su falsedad y temerario desprecio hacia la verdad, difunde informaciones injuriosas sobre el grupo grancanario, aunque no sea por motivos de ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a un etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, sino por el mero hecho de su origen insular: el ser grancanarios, canariones nos denomina él empleando el gentilicio despectivo inventado por el hipócrita Elfidio –mejor Ofidio- Alonso, enemigo declarado nuestro, para contraponerlo al vergonzante de chicharrero.
No creo que en Gran Canaria se tengan dudas de que este siniestro personajejo –Pepito Grillo- miente y calumnia reiterada e insistentemente con la venenosa intención de inculcar al mayor número posible de chicharrerones el odio hacia los grancanarios, haciéndoles creer que aquí actúa un tenebroso Sanedrín de Vegueta, que posee enormes poderes insulares y nacionales para impedir que se realicen las obras públicas que necesita Tinerfenonia para su progreso, y para evitar que con su ejecución se coloque muy por encima de Gran Canaria y alcance, por ende, la hegemonía del archipiélago.
Así este bellaco no tiene escrúpulos para en su libelo El Día-rrea afirmar con total desvergüenza, que la manifestación ecologista contra el disparatado puerto de Granadilla fue organizada por ese todopoderoso Sanedrín veguetero, que fletó todos los barcos y aviones de las compañías marítimas y aéreas que operan en el archipiélago, incluso los de marina y del ejército del aire surtos en la Base Naval de Las Palmas de Gran Canaria y en la Base Aérea de Gando, para trasladar a Chicharreronia –Infierno- a miles de grancanarios que encabezaron con pancartas la protesta, que fue secundada por unos pocos ingenuos tinerfeños que creyeron de buena fe que la marcha era en defensa de los importantes sebadales que allí existen, cuando la verdad es que el objetivo no es otro que obstaculizar e impedir el desarrollo y progreso chicharrerón.
También el ignoto y avieso Sanedrín actúa para que no se realice su anillo insular de carreteras, las segundas pistas de los aeropuertos Reina Sofía y Los Rodeos y un interminable etcétera de impedimentos.
Sin embargo, ese misterioso Sanedrín que Pepito Grillo ha inventado, y de cuya existencia no dudan ya miles de chicharrerones convencidos por sus mentiras, y que por ellas odian a Gran Canaria, no debe ser tan omnipotente como él asevera ya que no ha conseguido impedir la construcción del aeropuerto del Sur, o Reina Sofía; que el siniestrísimo de Los Rodeos, frecuentemente cerrado por causa de la espesísima niebla que lo rodea, y que no se logró que desapareciera con la explanación de una montaña de su entorno, continúe operativo, y que se sigan invirtiendo en él millones de euros procedentes de los impuestos que pagan todos los españoles; que se construyera la inútil dársena Sur del puerto de la capital de Tinerfenonia, y que, como no sirve para atraque, pretenden convertir en un muelle deportivo y en otra ¡playa artificial!, con inversión de multimillones de euros, que saldrán de las arcas del Gobierno Autonómico y del Gobierno Nacional, un auténtico derroche de caudales públicos para complacer caprichos -¿Cuándo en España se será consciente de estas dilapidaciones monetarias en un país pobre y con escasos recursos?-; ni el ridículo tranvía a La Laguna, que exhiben reiteradamente por diversos canales de televisiones nacionales como si fuera único en el mundo, también financiado por los Gobiernos Nacional y Autonómico; ni las urbanizaciones turísticas del Sur, con la inmundas playejas de Arona y Adeje, ytambién de Guía de Isora.
Los grancanarios deberíamos censurar y exigir responsabilidades a ese Sanedrín de Vegueta por todos estos fallos, pero no sabemos que personas lo integran, aunque quizás seamos todos los habitantes de Gran Canaria.
Miente canallescamente cuando afirma que nuestros ineficaces políticos le están rapiñando a Chicharreronia sus dineros, cuando él sabe perfectamente que es exactamente al revés, desde que al candoroso presidente de nuestro Cabildo, Juan Pulido Castro, se le ocurrió, irreflexiva e irresponsablemente, la “brillante” y generosa idea del reparto interprovincial al cincuenta por ciento, que ellos aceptaron alborozados porque recaudaban – y recaudan- menos que aquí, y se beneficiaban –y se siguen beneficiando-; en caso contrario lo habrían rechazado por injusto. A Jerónimo Saavedra, cuando fue presidente del Gobierno de Canarias, le preocupaba la gran ventaja económica de Gran Canaria sobre la isla del Teide, que, según él había que “equilibrar”, perjudicándonos evidentemente.
También falta a la verdad cuando escribe que Gran Canaria es “la vergüenza del archipiélago, sin vegetación alguna, solamente secarrales y cuatro pinos raquíticos por el Roque Nublo”.
Esto es auténticamente falaz.Y Pepito Grillo –que me perdone la conciencia de Pinocho por usar tan injustamente su nombre, ya que era bondadosa-, o don Pepone, no satisfecho con mentir con total consciencia para fomentar en los tinerfeñones odio contra los grancanarios, continúa obsesionado con su idea delirante y fija de amputarle el gran al nombre de nuestra isla ya que, según él, atenta contra la unidad del archipiélago y veja a las demás islas, cuando el único atentador y terrorista es él, que incita al enfrentamiento entre tinerfeños y grancanarios con sus editoriales y sus articulejos.
Y para reclamar la amputación del adjetivo por quien corresponda, aporta unos pocos mapas y menos escritos que la llaman Canaria, ocultando con felonía que los hay a miles –quizás millones- que la citan como Gran Canaria, así como en cédulas reales desde los Reyes Católicos, historiadores –por ejemplo Hernando Colón en “La historia del Almirante”-, navegantes, cartógrafos, escritores……
Pero este mendaz y atrabiliario sujeto se empecina en no reconocer los hechos históricos, como, por ejemplo, que la Ciudad Real de Las Palmas fue la primera capital de Canarias desde su fundación, por tener su sede en ella todos los organismos administrativos, judiciales, militares y religiosos.
Y estoy seguro de que esta campaña de difamación no concluirá con su desaparición física, porque en su libelo tiene numerosos seguidores, como ya ha quedado patente; y, además, en su testamento periodístico con toda probabilidad exigirá a sus herederos y sucesores que prosigan con la letanía, amenazándoles con que si no cumplen su última voluntad se los hará pagar en el más allá, si es que lo hay.
También Pepito Grillo fomenta el odio a España con esa demencial campaña independentista reiterada número tras número de El Día-rrea, acusando al Estado español de expoliar nuestras enormes riquezas naturales –minas, yacimientos petrolíferos, etc- aunque continuamente esté exigiendo dineros estatales para sus faraónicas obras, y de menoscabar nuestra dignidad, que solo recobraremos cuando seamos independientes, con capital nacional en la mal llamada Santa Cruz, por “derechos históricos”, obviamente, a pesar de haber sido hasta 1802 un triste arrabal de La Laguna. Yo no preciso de esa independencia –al igual que miles de canarios- para ostentar plenamente mi dignidad como canario y español.
En mi opinión, por esta campaña antiespañola igualmente se le puede aplicar el citado artículo 510 del Código Penal. Me sorprende que las autoridades nacionales no actúen enérgicamente para cortarla ya que puede motivar acciones terroristas como las que hace años realizó el iluminado “patriota genuinamente canario” Antonio Cubillo Ferreira, que culminó con el reprobable atentado en el aeropuerto de Gran Canaria –Gando-, que mutiló a una inocente empleada de una floristería, y que fue el causante del horroroso accidente aéreo de Los Rodeos, que ocasiono más de quinientos fallecidos, por lo que ostenta la marca mundial de siniestros de aviación.
Aquí no vale invocar la libertad constitucional de expresión porque se está incitando a una segregación del territorio nacional, aunque estemos a más de mil kilómetros de distancia de la península. Y con respecto a las diatribas contra Gran Canaria, su Cabildo debe ejercer sin más dilación las acciones legales pertinentes con base al invocado artículo 510 del Código Penal. No tengo dudas al respecto.
Carmelo Dávila Nieto
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