EN EL DIARIO DE AVISOS, ENCONTRAMOS ESTE ANÁLISIS,
Con la misma "libertad de opinión" a la que se acoge 'El Día' para lanzar sus diatribas antiespañolas y en favor de la independencia de Canarias, pretendo yo expresar mi parecer y rebatir algunas de las propuestas de ese periódico, que sigue erre que erre en una deriva soberanista carente del rigor y la seriedad exigibles a todo medio de comunicación social. Dije hace tiempo, y lo reitero, que ese diario matutino está en su derecho de pensar y decir lo que quiera sobre el pasado, el presente y el futuro de Canarias; por consiguiente, claro que puede apostar por la independencia pacífica del Archipiélago, faltaría más. Pero, niego al editorialista de 'El Día' el derecho a hacerlo, primando los sentimientos frente a la razón, desde la negación de la verdad, desde el sectarismo, desde posiciones extremas, desde la clásica aplicación separadora del 'ellos' (españoles)-'nosotros' (canarios) porque en el fondo conlleva la eterna dicotomía fascistoide del 'malos'-'buenos' para uso según convenga. Me resisto a la utilización de argumentos engañosos contra la sociedad plural e integradora de Canarias en beneficio de una realidad inventada y que se circunscribe a un nacionalismo trasnochado, chovinista, de connotaciones xenófobas, intolerante, rompedor. Que se fragua desde lo que el filósofo Francis Bacon denomina 'errores en el conocimiento' o falsos ídolos -así los llama- a los que se rinde culto: 'Idola tribus', de la tribu, que proceden de prejuicios o errores de la percepción en la sociedad e 'Idola specus', de la caverna, procedentes de prejuicios o errores de percepción individuales.
Sabe el editorialista de 'El Día' que me siento orgullosamente canario y español, identidades no contrapuestas, ni separadoras o enfrentadas, sino complementarias. Sus inveteradas alusiones a mi condición de 'godo', 'fracasado', 'enemigo de Tenerife' y toda la retahíla de insultos y falsedades que ocasionalmente me dedica -como los que destina con frecuencia a algún que otro colega periodista, a varios políticos e incluso al mismísimo Parlamento canario- me importan un pito porque no hacen más que descalificar a quien los utiliza a falta de mejores argumentos. Como apunté en estas páginas el 25 de mayo de 2008, para que una proclamación identitaria sea legítima no debe ser exclusiva ni excluyente: nadie tiene la patente de nada, ni nadie es mejor que nadie por el lugar de nacimiento o el grupo social de pertenencia, "menos aún aquellos que utilizan invocaciones rituales, místicas fanáticas, aldeanismos repetitivos y lenguajes desaforados en defensa de sus ilusiones y fantasías soberanistas".
Cuando 'El Día' habla de que los derechos del pueblo isleño están siendo escarnecidos y añade que Canarias "es una colonia oculta bajo el disfraz de comunidad autónoma", debería decir a sus lectores en qué hechos se basa tan fulminante disparate. En qué declaración, documento, acuerdo nacional o internacional se tiene a las Islas por "colonia" si no es en la fantasía del propio periódico y de la minoría de acólitos que le inspiran y siguen en su delirio ultramontano, incluida la misteriosa y desternillante Comunidad Canaria en Londres, iluminada por el hijo de un malogrado independentista. ¿Qué decir de ese disparate histórico propio de una imaginación calenturienta y falsaria, según el cual el Estado español debe proceder a descolonizar Canarias en 2010 porque así lo dispone la Resolución 1.514 (XV) de Naciones Unidas? Esa resolución de la Asamblea General de la ONU, que no dispone nada en el sentido que le atribuye el periódico mañanero, es la llamada 'Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales'. Fue aprobada el 14 de diciembre de 1960, en plena eclosión de independencia en las antiguas colonias africanas y asiáticas, y vino a consagrar el tan discutido principio de autodeterminación potenciado durante ese período. El punto 6 de la mentada Declaración de 1960, que nunca ha citado 'El Día' porque inhabilita sus pobres argumentos, dice literalmente: "Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas". O sea, la pretensión de romper la unidad del territorio nacional español es contraria al Derecho Internacional, por mucho que disguste a los soberanistas de salón y pandereta, amén de anticonstitucional, claro.
Nunca en su historia tuvo Canarias la consideración de colonia, ni en tal condición se alude al Archipiélago en ninguna resolución de Naciones Unidas, la Organización para la Unidad Africana (OUA, hoy Unidad Africana, UA) u otros organismos supranacionales pasada la década revolucionaria de los años sesenta y comienzos de los setenta, en donde fueron aprobados verdaderos disparates antioccidentales que hoy reposan en los archivos de la Historia. Y la Declaración del período 2001-2010 como 'Segundo Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo', que data de 8 de diciembre de 2000, a la que 'El Día' también se agarra como a un clavo ardiendo, ni se refiere a las Islas, ni tiene la menor trascendencia para España y para los países con territorios considerados periféricos o ultraperiféricos que formen parte de la unidad central del Estado, como sucede en Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, España, etc., que naturalmente se la pasan por el forro.
Los reiterados intentos de Antonio Cubillo, presidente del Congreso Nacional de Canarias, para que la ONU, a través del Comité de Descolonización, o la UA retomen el asunto de la independencia de Archipiélago han acabado en fiasco absoluto, y no por falta de documentos periódicamente enviados a ambos organismos, entre ellos los editoriales de 'El Día', que sirven para lo que los expertos llaman 'el trabajo sucio', es decir, la cobertura de las apariencias. Y es que al abogado Cubillo, a quien tras su regreso a Canarias siempre he expresado mis respetos por defender su causa desde la legalidad y con medios pacíficos, le faltan las únicas credenciales capaces de mover a la reflexión: los argumentos de fondo y el apoyo popular. Los primeros cayeron por su escaso peso y cuando intentó comprobar las adhesiones, ya parapléjico por el brutal y cobarde atentado de Argel -tras el que estaban los servicios secretos españoles-, se encontró con un rechazo electoral quizá desmedido, que se reflejó en la obtención de una concejalía (o tal vez dos, no recuerdo bien) en toda Canarias. Esa tendencia no ha variado según mi personal criterio y no hay un solo partido político del arco parlamentario, o que esté representado en los cabildos y ayuntamientos canarios, que incluya en su programa la independencia de las Islas. Y no lo hay porque ese es el escasísimo grado de penetración social y política del movimiento secesionista. Pese a ello, 'El Día' ha decidido apostar por la causa independentista, convirtiéndose así en un periódico desnortado y pretencioso que lapida y se ensaña con todo aquel que hace frente a sus enloquecidas aspiraciones. Tan pretencioso, que pide que esa independencia llegue "de oficio", sin que nadie la solicite; como llovida del cielo, vamos. Y tan ridículo, que lanza a los cuatro vientos que "nuestro tan sufrido corazón
es el corazón de Tenerife y de Canarias; un corazón al que le hemos colocado un marcapasos-ordenador para que con sus impulsos le indique el ritmo a Canarias en su camino a la independencia". ¡Dios nos ampare!: ahora resulta que estamos gobernados por un corazón artificial guiado por ordenador desde la avenida de Buenos Aires
! Y uno pensando en el Servicio Canario de Salud y en el impulso dirigente que mana del Gobierno autonómico. ¡Será ridículo el escribidor de editoriales
! Por si fuera poco, el cándido editorialista califica sin ningún rubor a 'El Día' como "el periódico de mayor prestigio del Archipiélago" y, en el colmo de la arrogancia, subraya que "nuestro periódico y Tenerife son una misma cosa". ¡Ay mi cabeza! Con razón advertía Pérez Galdós que "la soberbia infatuada y sin freno perpetra ciegamente grandes acciones indebidas, creyendo realizar actos marcados por ilusorio destino". Y por predecir, que no quede: el periódico de marras adelanta que, si España no descoloniza, "posiblemente, la gente se echará a la calle" y la sociedad canaria "adoptará una postura de desobediencia civil, porque son decenas de miles los canarios que no quieren seguir por más tiempo bajo el yugo español". ¡Toma ya! ¿No será que el otrora periódico del Movimiento Nacional franquista querría encabezar esa movida si se pudieran confirmar sus ensoñaciones sobre la República Federal Canaria diseñada por Cubillo? Vuelvo a 'El Día' y a sus últimos editoriales, con algunos párrafos falsos de toda falsedad. Por ejemplo: "España nos ha metido a la fuerza más de medio millón de foráneos para impedir nuestra libertad". "La soberanía nos proporcionará
el control absoluto de nuestros recursos, que son inmensos pero no satisfacen nuestras necesidades actuales porque los rapiña la Hacienda española". "¿Qué derecho tiene España para seguir usurpando por más tiempo lo que ya ha expoliado a lo largo de seis siglos? Seiscientos años de saqueos, rapiñas, humillaciones y desprecios
". Debo recordar al escribidor de editoriales que cuando las tropas castellanas y sus acompañantes llegaron a las Islas -en momentos en que se descubrían nuevos territorios en todo el mundo y las grandes potencias entonces imperantes los ganaban a sangre y fuego para sus causas-, los aborígenes vivían en cuevas, con pobreza extrema y carencias básicas, y desconocían por completo los más elementales avances de la civilización. Pasada la conquista, con los avatares, errores y dolores históricos de todos conocidos, Canarias protagonizó un pacífico proceso de integración en España desde la convivencia en libertad, sin otros odios y divisiones que los hoy imaginados por mentes calenturientas dedicadas al enredo a tiempo completo. Aquí no hay yugos, ni cadenas, ni conflictos larvados, ni ocupaciones por la fuerza, ni foráneos empujados a un destino no deseado. Aquí lo que hay es libertad, pluralismo, buen trato, progreso, solidaridad, ayuda
y unos pocos caraduras mentirosos a los que habría que correr a gorrazos como en su día propuso el ministro de Agricultura Luis Atienza cuando Aznar, entonces líder de la oposición, soltó un par de disparates sobre la 'guerra del agua'
¿A quién, si no es a un ignorante, o a un falsificador, se le ocurre esa bobería de que Canarias es un "país riquísimo" o que reúne "recursos inmensos"? ¿Cuáles son, el sol y el mar? ¿Dónde están las riquezas, dónde las producciones de tanto valor? ¿Y dónde la rapiña y los expolios? A ver, las cifras, los datos
Con casi 250.000 parados, Canarias produce bienes y servicios por valor de 40.000 millones de euros anuales, tiene un déficit comercial de casi 12.000 millones, es una de las ocho comunidades autónomas que recibe bastante más de lo que aporta a las arcas del Estado, su renta per cápita llega a 21.105 euros (un 12,13% inferior a la media nacional y un 4,5% menor que la media comunitaria) y desde su incorporación a la Unión Europea ha recibido casi billón y medio de las antiguas pesetas en ayudas de la propia UE. A la que por cierto enviamos nuestras pobres y escasas exportaciones, y de la que recibimos más de ocho millones de turistas cada año. Esto es lo que hay, compendiado en cuatro datos estadísticos. Falta, claro, la gente, nuestra gente, lo más valioso de todo. Ella sí que constituye una "riqueza inmensa" por la que vale la pena luchar, desde la moderación y la unidad asociada, para encontrar mejores horizontes de futuro. Sin odios ni mentiras hacia nuestras esencias y nuestros orígenes españoles, fruto de siglos de fusión de identidades, de compartir la misma lengua, las costumbres, los apellidos, la cultura, los sentimientos, hasta la religión. Sin cánones falsificadores y excluyentes. Sin exaltaciones pasionales bañadas de subcultura.
Termino por hoy, aunque no renuncio a retomar el tema, porque los disparates continuados de 'El Día' dan para mucho. Invito al editorialista a que no se apoye en razonamientos falsos y ficciones hollywoodienses. Siga defendiendo, si quiere, lo que considera mejor para Canarias. Pero desde el retrato fiel de la evidencia, no ocultar verdades como puños. Por ejemplo, si un día las Islas se separaran de España, diga el periódico a sus lectores que no podríamos pertenecer a la Unión Europea, ni a la OTAN, ni a la OSCE, ni a la OCDE, ni seríamos autosuficientes, ni contaríamos con capacidad para sobrevivir en un mundo global, más aún cuando con tenaz agresividad dicho periódico ve en el vecino Marruecos -como en Gran Canaria, por cierto- a un enemigo secular y ambicioso, un estorbo para sus fines. Creo que muchos canarios de buena voluntad y carácter templado, que aman y sienten intensamente esta tierra, no comparten las opiniones de 'El Día', ni se consideran con esa identidad que el periódico denomina "ultraperiféricos bastardos" -¡con lo que nos ha ayudado, y aún nos ayuda, la UE gracias a nuestra ultraperificidad!-, ni hacen suyas las insensateces de un editorialista atolondrado y jactancioso que no atiende a la necesidad imperiosa de coexistir en la diversidad, que es la esencia de la democracia. Me resisto a la cobardía de mantener las apariencias y callar ante tanto desatino como rezuman los editoriales de 'El Día', que no tomo a broma porque siembran odios y tempestades desde la obsesión enfermiza del independentismo. Así que seguiré defendiendo lo contrario de lo que proponga ese periódico con la esperanza de que la ciudadanía se dé cuenta de adónde nos quieren llevar cuatro grupúsculos a los que les gusta hacer ruido desde su ínfima relevancia social. Por si las moscas, mañana mismo voy a dirigirme a la ONU en solicitud de amparo y, de paso, a ver si cuaja la independencia de mi comunidad de vecinos. ¿Acaso no tengo derecho a demandarlo?
martes, 8 de septiembre de 2009
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