La proliferación de pactos, acuerdos para unos y chanchullos para otros, han conseguido confundir a muchos ciudadanos a la hora de emitir su voto por culpa de un desafortunado sistema electoral legal e injusto a la vez que no convence y permite alianzas antinaturales que atentan directamente contra el más elemental sentido común, situación que está demandando un debate sobre la reforma de la vigente Ley Orgánica del Régimen Electoral, para que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada, que entre otras cosas evitaría los bochornosos apaños suscitados en las pasadas elecciones del 24-M.
Otra vez más, Mariano Rajoy, con su frase “No tengo previsto un adelanto electoral, serán cuando corresponda”, apela a la indecisión que le caracteriza como si tal postura jugara a su favor, cuando en realidad resulta todo lo contrario si en efecto aspira a tener alguna posibilidad de cara a las generales. Dilatando decisiones, lo único que descubre es su permanente inseguridad y de paso, desconcertar a los dirigentes de su propio partido.
Conviene tener presente que muchos de los alcaldes y ediles nombrados el pasado sábado, proceden de alianzas atípicas entre formaciones que no guardan ninguna afinidad, pero vinculadas siempre el deseo de desposeer al PP del poder. Si algo hemos aprendido de este cambio es que no se ha generado por capricho sino, engañados o no, por deseo de los votantes españoles. Ahora, lo que nos intranquiliza pasa por la gran duda de si los nuevos gobernantes, muchos de ellos con nula experiencia política y en otros casos carentes de preparación, cuentan con la idoneidad necesaria para el complicado oficio de gobernar que no se improvisa y necesita algo más que buena voluntad.
Sobre su honradez, por el momento apliquemos el principio de la mujer del César “serlo y parecerlo”. Es cierto que muchos de los accederán al poder están hartos de participar en manifestaciones gritando las consignas recibidas hasta la afonía, para regresar a sus casas y encontrar la cotidiana miseria y privaciones de siempre, lo cual en ocasiones ha provocado peligrosos revanchismos y otros males que por experiencia sobradamente conocemos.
Reconozcamos que son millones los ciudadanos que tras haber sufrido y padecido los errores cometidos por el Gobierno del PP durante los últimos tres años y medio, desperdiciando una mayoría absoluta, han decidido castigarlos votando a otros partidos emergentes o bien absteniéndose, aunque con grandes reservas sobre los que han asumido la gobernabilidad por la escasa confianza que inspiran y corramos el peligro no solo de ir a peor, sino de perder lo recuperado en el intento de superar la crisis, lo que supondría una hecatombe.
Igualmente tampoco admite justificación que por culpa de un sistema electoral totalmente irracional provocase un retroceso trasladándonos al año 2011. Por el momento seguiremos instalados en la incertidumbre observando el comportamiento de los inversores extranjeros, índices de confianza, económicos, evolución del empleo, etc. En principio, lo lógico es otorgarle confianza a las nuevas formaciones: Podemos, Ciudadanos y otras plataformas que han asumido la gestión de los ayuntamientos más importantes del país y observar su evolución. En principio, el peligro más inmediato radica en la tentación de aplicar programas radicales y demagógicos, cargados de promesas de difícil cumplimiento (luz y agua gratis, renta municipal, etc) que para materializarse requieren un notable incremento del gasto público.
Lo cierto es que durante 30 años hemos vivido acostumbrados a asistir al reparto de poder entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, y lo ocurrido tras el 24-M ha supuesto una gran transformación en múltiples aspectos que nos costará asimilar unido a una gran temor sobre lo que ocurrirá no solo ahora sino tras la celebración de las próximas elecciones generales a finales del presente año 2015. El PP, cargado de corrupción hasta las trancas, se equivocó pensando que tal lacra recibiría el mismo tratamiento que en Andalucía donde detienen a implicados por docenas y no pasa nada. Por su parte, el PSOE, habiendo obtenido los peores resultados desde 1979 tampoco le espera un panorama muy halagüeño. Las expectativas sobre su líder Pedro Sánchez eran muy superiores y mucho tendrá que cambiar para que los socialistas recuperen el prestigio extraviado.....Como siempre, ¡¡Tiempo al tiempo!!
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
D.N.I. 02470916A
viernes, 10 de julio de 2015
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