Resulta
repulsivo el pretendido aprovechamiento y manipulación de un
acontecimiento deportivo como es la Copa del Rey para atentar y
menospreciar los símbolos de España, por parte de unos separatistas que
alardeando de demócratas, desconocen el significado de esta palabra y
apestan a totalitarismo. El intentar convertir un evento futbolístico en
un acto de degradación contra el orgullo y la dignidad de los
españoles, es algo que solo ocurre en nuestro país e incomprensible en
otras latitudes.
Hace
falta ser cínico para criticar a la presidenta de la Comunidad de
Madrid, Esperanza Aguirre, de intentar politizar la citada Copa del Rey,
cuando son ciudadanos empadronados en las regiones catalana y vasca,
los que descaradamente persiguen convertir el mencionado encuentro en
una plataforma de propaganda separatista, incluyendo en el espectáculo
el vejar e insultar al Príncipe de Asturias, el himno y la bandera de
España. Un partido de fútbol no es “un día de afirmación nacional”. Las
declaraciones del presidente del club de fútbol Barcelona, animando a
los aficionados a “manifestar sus sentimientos con libertad”, es como
ciscarse, con todos los respetos, en todos aquellos que no son catalanes
ni vascos.
El
partido, con todos los riesgos y la asistencia del Príncipe, en
representación de su padre el Rey por su convalecencia, deberá
celebrarse y tomar muy buena nota de las afrentas que puedan
producirse, si bien cabe la posibilidad de que el próximo viernes todo
quede en un intento fallido de pisotear nuestros símbolos, pero la
verdadera preocupación será cuando nos preguntemos….¿Que ocurrirá en el
futuro?. ¿Hasta cuando se les va a permitir tales degradaciones contra
la Nación? Es algo que tanto el Estado como la Casa Real deberán
cuestionar muy seriamente para terminar con tales humillaciones. Los
ultrajes al himno y la bandera, son delitos perfectamente tipificados en
el Código Penal, pero todos sabemos la laxitud con que se
aplica la Ley es estos casos, como ha ocurrido en montones de
ayuntamientos vascos y catalanes con la polémica de negarse a que
ondee la bandera española.
Esperemos
que el despliegue policial montado por el ministro de Interior, Jorge
Fernández Díaz, resulte lo suficientemente eficaz para reprimir
cualquier intento de alteración del orden público por parte de todos
aquellos que torticeramente aspiren a tergiversar los términos.
Confundir política y deporte es un gran error.
Nadie
duda que si se producen pitadas, el Príncipe tiene el suficiente oficio
y está preparado para soportar con serenidad el insulto de unos
cuantos energúmenos. Encomiable la decisión del Presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, acudiendo a esta problemática final.
El Gobierno, entre otros cometidos, tiene la obligación de no tolerar
ningún tipo de agresión contra la Nación ni la ciudadanía por parte de
cuatro, cuatrocientos o cuatro mil descerebrados intentando hacer
apología del secesionismo.
Atentamente
José-Tomás Cruz Varela
D.N.I. 02470916A
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