miércoles, 20 de julio de 2011

APROBAR SELECTIVIDAD

A finales del pasado mes de junio, la prensa digital, recogía la noticia de que la hija mayor del presidente del Gobierno, Laura Rodríguez Espinosa, había aprobado el examen de selectividad como algo extraordinario, cuando en realidad dicha prueba fue  superada en Madrid por el 92,73% de los estudiantes presentados. Tal porcentaje en Cataluña alcanzó el 94,54%.

La buena nueva, recibía el tratamiento de verdadero acontecimiento social, aludiéndose a que en la familia de nuestro primer mandatario, prevalece el principio de “incentivar con estímulos y no con imposiciones “ (cualquiera lo diría), como base filosófica de educación. Otros medios han preferido resaltar los crudos momentos de tensión vividos por los progenitores de Laura, pensando en el duro examen que debería superar su primogénita, es decir, la temida selectividad. Finalmente, José Luis y Sonsoles se enteraron por su hija del aprobado, tal como lo hicieron con sus respectivos padres los 32.872 restantes estudiantes que se examinaron en la capital de España.

Según los cronicones más selectos, referidos exclusivamente a familias distinguidas, en todos ellos se hizo especial mención a las múltiples felicitaciones recibidas por la aplicada alumna, habiéndose organizado con tan fausto motivo una fiesta privada en palacio, a la cual solo concurrieron familiares, íntimos, algún colega del 15-M y los más notables góticos y góticas de Europa.

Retomando la dedicación mental que supone memorizar y aprender, lo verdaderamente relevante de la citada prueba de selectividad no es aprobar, sino la nota obtenida, que será lo que condicione la carrera que cada estudiante pueda cursar. En el caso de Laura, la calificación lograda, es uno de los secretos mejor guardados. Si bien la importancia es relativa, dada la existencia de magníficas universidades privadas, preferidas por muchos líderes socialistas para la educación de sus hijos.

Recientemente, Sonsoles Espinosa, fue vista visitando a la Virgen del Rocío en su santuario de las marismas de Doñana, habiendo sorprendido su enorme recogimiento ante la imagen de la Blanca Paloma. Lo que se ignora es si la visita obedecía al merecido favor recibido por su hija o como ruego para que su esposo convoque elecciones cuanto antes y termine el calvario padecido por millones de españoles, y de paso, que le permita recuperar la añorada paz y tranquilidad que solo encontrará en su nuevo casoplom de León. ¡¡Que así sea Doña Sonsoles!!

Para terminar, son miles los ciudadanos que se habrán preguntado si el tema en cuestión merece el rango de noticia. Solo disculpable por la idiocia galopante en este país nuestro, que ya comienza a denotar cotas francamente preocupantes, comenzando, posiblemente, por la presente carta.

Como bien apuntó en su momento el erudito Tomac de Varelokivich, “muchas veces, el ser humano, ante el agobio que le produce la miseria de sus propias imbecilidades, recurre, a modo de falsa solución, a lo trivial, banal, nimio o insignificante”.

Atentamente
José-Tomás Cruz Varela
D.N.I. 02470916A

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